dimecres, 31 de desembre del 2008

¿Hacia dónde va España?


Mientras pasaba mis vacaciones en Barcelona estuve leyendo también puntualmente los “posts” que nos enviaba Fernando Gallardo publicados en el Foro de la Ruina. En su antepenúltimo escrito reflexionaba sobre el devenir del turismo español y la crisis. Sobre el cómo poder minimizar sus efectos, y sobre el futuro de muchos hoteles al ver el suyo seriamente comprometido, siempre según Gallardo. Sostenía el autor que España – mejor dicho, el mercado español – no está preparada para lo que se avecina. Probablemente, sea así. Que hay demasiados hoteles para los pocos clientes que se esperan los dos próximos años. Porque el ciclo económico que se avecina promete ser, desgraciadamente, más largo de lo que pensamos. Siempre desde la educación, me gustaría decir un par de detalles que creo necesario apuntar.
En primer lugar, vayamos a ser francos y sinceros: si algún efecto benévolo va a tener esta crisis va a ser la desintoxicación de según qué empresarios de nuestra profesión. Puede sonar muy duro, cierto. Hasta pedante y en cierta manera ofensivo teniendo en cuenta que servidor también es hotelero. Pero es que uno se había preguntado muchas veces cómo se podían abrir 5,6,8 o hasta diez hoteles nuevos al año sin pestañear. Y esto ha sido el pan nuestro de cada día para según quien. Se puede abrir una decena de hoteles a vez un año, siguiendo muy bien los criterios de selección de destinación y “target” clientelar. Pero no diez seguidos, sin una concatenación de ciudades y destinaciones lógica – cuánta falta haría un licenciado en Geografía e Historia en cada cadena hotelera – y una disparidad de criterios en la selección del cliente que ha hecho sonrojar a más de uno . Después la cotizaciones en Bolsa son las que son, - ninguna hotelera cotiza en el selectivo IBEX 35 -y nos sorprendemos si suenan ruidos de ERE's.
Pues bien, a mí no me sorprende: ha habido en España durante una década lo que Jesús Castillo Oli definió como la cultura del hágase usted millonario en un día. No podía ser que una persona se presentara con un proyecto de hotel bajo el brazo en cualquier banco español y con un aval personal se convirtiera en hotelero sin haber tenido ningún lazo ni relación con el sector anteriormente. Ahora, trabajadores inocentes va a pagar el desaguisado, como casi siempre. La irresponsabilidad de las entidades bancarias ha sido palmaria. Ahora bien, también es cierto que no todos los créditos han ido a parar a irresponsables aprendices: algunas entidades de crédito internacionales se deben estar arrepintiendo de haber hecho caso a según qué planes de expansión de cadenas hoteleras mallorquinas y españolas, alguna de ellas al borde del colapso pese a las apariencias. Y es que no siempre sale el sol , aunque queramos. Y a buen entendedor, pocas palabras.
Desaparecerán o sufrirán los que deben. Nada más. No los que fueron paso a paso. O prudentemente. Es decir: creo que si un hotel ya ha sido amortizado en una gran parte de su capital, no pasará grandes apuros. Ahora bien, todo aquel proyecto que hubiera sido financiado en su día al 80% e incluso al 90% - de esos hay muchos - y aún esté en sus primeros años de vida, lo pasará francamente mal. Desgraciadamente hay bastantes ejemplos de crecimiento que podríamos considerara poco rigurosos. Sin dar nombres, podría citar el de una conocida cadena hotelera española. Fiando la producción de su buque estrella – un complejo vacacional de Isla Margarita: le reporta el 12% de su facturación hotelera – iban proyectando y ejecutando hasta ahora sus otros establecimientos, bien en España, bien en Europa. El problema puede venir el día que el españolito o europeo deje de ir a Venezuela, y cuidado que dicho fenómeno – la reducción de los viajes al Caribe por los europeos- no empiece a ocurrir este año. Entonces…¿cómo va a pagar a su reputado pero discutido “chef” mediático? Es tan sólo un ejemplo. Hay más, se lo aseguro.
Pero hay otra problemática que ha facilitado la proliferación de establecimientos hoteleros, y ha sido la avidez tributaria de las administraciones locales, así como el poco caso hecho a los “brokers” del sector ( Christie+Co ya dice algo de ello en su último informe anual ) por parte de los promotores. Tal es así que llegan a aparecer casos como – y vuelvo a mi ciudad natal – el barcelonés, donde en el último bienio 2008-2009 se han inaugurado o están en construcción la nada despreciable cifra de 22 proyectos hoteleros. Todo en la misma ciudad, todo en unos 24 meses. 30 a lo sumo. Lo cual nos lleva a reflexionar, como mínimo a mí.

En primer lugar, pienso en el modelo de ciudad que quiere para sus ciudadanos el consistorio de la Ciudad Condal. ¿Vamos hacia la Venecia del Oeste del Mediterráneo, hacia la Amsterdam del Sur de Europa? ¿Quiere el barcelonés de a pie sufrir lo que el florentino está ya padeciendo en sus carnes? Eso no es lo que parece pero sí a lo que se va, por lo que pude comprobar. Entiendo que las licencias de obra de un hotel son golosas, y más en el contexto actual, pero deben ser muy conscientes los regidores de toda España que un exceso de oferta hotelera devalúa el valor – y por consiguiente la cuenta de resultados – de los ya existentes. ¿ Quiere eso decir que se deben acotar las ciudades a un cierto número de establecimientos? Tampoco es eso, pero sí se deberían delimitar las zonas. No tiene ningún sentido que Nova Bocana de Barcelona esté destinando 180 millones o más a su hotel Vela pensando que serán unos privilegiados – a día de hoy, lo van a ser – y pasado mañana otros grupos construyan dos o tres edificios de iguales dimensiones a su vera, creando un nuevo Torremolinos en primera línea de mar barcelonesa. Hotel que ha sido financiado en su casi totalidad por el Banco de Sabadell, Caixa Catalunya y el ICO, por cierto. Por no hablar de la súbita – y a mi juicio peligrosa para el turista, yo no me alojaría allí – proliferación de hoteles en el Barrio Gótico y alrededores.
Éste y no la crisis, es a mi modo de ver el verdadero peligro que se enfrenta no ya Barcelona , sino España. Y es que vamos a una balearización de sus principales capitales. El todo por el turista, el todo vale, el “passe partout”, que dirían los franceses. Y ése es un problema que se debería evitar en la medida de lo posible y en todo el ámbito español. Porque no es un problema estrictamente catalán: Madrid, Sevilla, Valencia, Zaragoza y – ojo al dato, la sociedad civil vasca ya ha empezado a quejarse – Bilbao. No es la cantidad en sí – cabrían más establecimientos, si su financiación fuere correcta y prudente – sino su ubicación y las consecuencias que está conllevando al ciudadano. Porque pasear por las Ramblas de Barcelona ,el Paseo de Gràcia o calles adyacentes es hacerlo por una inacabable línea imaginaria de obras que empieza en el mar y acaba en la Diagonal. Obras hoteleras, por supuesto.
La primera pregunta que debe subyacer es la siguiente: ¿ha habido planificación? Cuando paseamos por la Castellana o Gran Vía madrileñas y vemos lo que empieza a producirse, llegamos a la conclusión de que estamos creando dos urbes claramente diferenciadas: la del turista y la del ciudadano. ¿Es bueno para las ciudades españolas que vayamos a dicho modelo? Eso es lo que empieza a preguntarse el zaragozano cuando ve el Manhattan del Ebro surgido tras la Expo (¿se llena?), el valenciano cuando mira el Paseo de la Alameda hasta llegar a la Ciutat de les Ciències o el sevillano cuando observa la cantidad de hotelitos que están surgiendo como setas en el casco antiguo, en un proceso parejo al barcelonés.
Por tanto , dicho debate debería ser abordado creo que muy seriamente en un Foro presencial - aprovechando un congreso tipo FITUR o creando uno “ad hoc” – con especialistas venidos de fuera, regidores políticos (con preferencia alcaldes ), promotores inmobiliarios , hoteleros en activo, sociológos….Y hablar del modelo turístico español. En profundidad. Hacia dónde va realmente. Qué sentido tiene trasladar el modelo de crecimiento hotelero mediterráneo intensivo a todo el país. Y sobre todo, sus alternativas. Un plan de futuro no ya para el sector, sino para el estado. Porque – sin pecar de inmodestia – hoy por hoy, la industria hotelera es, tras el batacazo del ladrillo y la automoción, la industria más sana de la nación.

Por ello valdría la pena organizar el evento: nos jugamos mucho. Quizás demasiado.

1 comentari:

MiRiAM ha dit...

hola Bernat, me sap greu pero he vist ara el teu comentari... si pot anar qualsevol persona afiliada al PSIB o JSIB, només has de decidir-te pel equip!!!!!
Por cierto, quizas pronto te llame porque estamos trabajando con un tema en el congreso sobre turismo, y bueno me interesa tu opinión.

Un abrazo